[Educación Inclusiva] El acoso escolar a personas ciegas

Yaque Duarte yaquesnow en gmail.com
Lun Jun 12 23:00:22 CEST 2017


buenas tardes lista. 
Yo no he sido blanco de burlas y humillaciones, sino de desplantes y desprecios. 
Ambas cosas son diferentes, pero iguales en esencia. Ambas, por igual, duelen lo mismo, ambas te marcan de por vida, moldean tu personalidad, ambas te hacen daño. 
 Durante primaria siempre fui una más en la clase, en menor medida que mis compañeros, pero me trataban bien y tuve una buena infancia. En la ESO, aunque mi grupo se vio muy reducido, seguí sin tener problemas de ningún tipo excepto el convertirme poco a poco en una persona más callada, invisible y sí, también marginada. 
 Siempre dicen que al llegar a bachillerato eso cambia, en mi caso no fue así, seguí siendo invisible a los ojos de todos, puede que fuera en parte culpa mía, la gente me había ido dejando sola, me había ido… ¿Traicionando, esa es la palabra? Y me volví desconfiada y muy callada. 
 Ahora, en la carrera, nada ha cambiado, si tal ha ido a peor. Antes simplemente estaba apartada, ahora… Es como si notara el desprecio como un muro sólido que me separa del resto de mi clase y ya, en el segundo año, aunque lo intento, no puedo derribarlo. 
 Siempre que he pedido ayuda, ya sea en la búsqueda de grupos para trabajos, o lo que sea, me han respondido la misma frase, una y otra vez: “no pones de tu parte” 
 Creo que al final una se cansa de hablar con la espalda de quienes pensaba compañeros, al final, de tanto intentarlo te desanimas, e incluso te cuesta salir de la cama por las mañanas pensando que otra vez volverá a suceder lo mismo, que de nuevo volveré a notar esa barrera que me empuja lejos. 
 La verdad es que no es lo mismo que le ha pasado a muchas más personas, pero sinceramente espero que nadie tenga que pasar por este trago; cuesta mucho enfrentarte a eso cada día y aunque no vas con miedo pensando: ¿Qué me harán hoy? Vas desanimado y casi deprimido pensando: ¿Todo volverá a ser como ayer? Para acto seguido pensar: sí, lo será, ¿para qué pensar lo contrario?
 A veces siento cómo si por el encontrarme así dentro de la clase me desanima más con respecto a la carrera; a veces me siento perdida, como si no terminara de encajar. 
 Siento, cuando leo todo lo que os ha pasado a vosotros, Jose y Salva, por ejemplo… que lo que yo siento no es nada en comparación, que no tengo por qué sentirme así, hay personas que lo han pasado peor, pero no deseo esto para nadie, para absolutamente nadie. 


Buenas noches 

-----Mensaje original-----
De: EducacionInclusiva [mailto:educacioninclusiva-bounces en mailmanlists.eu] En nombre de SALVA DOMÉNECH MIGUEL
Enviado el: lunes, 12 de junio de 2017 22:50
Para: Lista Educación Inclusiva <educacioninclusiva en mailmanlists.eu>
Asunto: Re: [Educación Inclusiva] El acoso escolar a personas ciegas

¡Hola!

A comparación de esto, lo que tuve que sufrir yo es nada. Mentira:
nunca es “nada”. Siempre tiene importancia.

Creo que más de uno sabrá ya lo que hubo en mi caso porque en su día lo publiqué en el blog (luego lo borré por cosas que no vienen al caso).

Yo pasé toda mi educación (desde 3º de infantil hasta 1º de bach) en un colegio concertado y este año me cambié a otro para hacer 2º. En aquel colegio en principio desde infantil hasta algo así como 5º o 6º tuve un grupo bastante formado (con las peleas típicas del momento, idas y venidas del mismo a los 5 minutos, enfados temporales y eso).
No recuerdo si en 4º o en 6º de primaria vinieron 2 repetidores pero yo no tuve problemas con ninguno de ellos aunque de aquellas también se pensaba en muchas ocasiones que repetidor=conflictivo.

En 5º y sobre todo en 6º fueron haciéndome el vacío sin más. Fue muy curioso porque en realidad agresiones en sí no había (por suerte). En 1º de ESO creo recordar que el tema siguió igual (la verdad es que aquí me vienen lagunas igual que las que tú comentabas, el cerebro supongo que elimina cosas feas pero curiosamente mantiene traumáticas). Lo feo vino en 2º.

A partir de 2º creo que fue como el punto 0 para la... ¿Caída libre?
ya no era solo vacío al que quieras que no a malas te acostumbras (1 día estás con uno, otro día con otro y los 3 restantes con nadie), sino bullying. Empezaron con las típicas "bromas", como las llaman profesores y gente que trata de animarte diciéndote que eso no es así, que son bromas de críos y excusas de quien no quiere ver la realidad:
pintarme la ropa, los brazos, los cables, desenchufarme cables, cogerme el bastón para jugar con él sin avisar, lanzarme tizas...
Estoy seguro de que hay más cosas pero creo que con esto sobra y además a priori no recuerdo muchas más. A partir de la mitad del curso la cosa fue a más. Nunca he sido muy amigo de los vestuarios de las clases de educación física, ya que en ellos nunca nadie se sabe decidir bien entre si debe haber un profesor controlando lo que pasa o no debe hacerlo porque vulnera la privacidad y demás de los alumnos.
Yo digo que en aquel momento era necesario. De hacerme esas típicas miniputadas añadidas a alguna también típica colleja y demás que ya comentaba Jose se añadía el cogerme en brazos (quien me conozca sabe que aunque de estatura media tirando a alta soy delgado), sentarme sobre ellos y hacer como que me follaban por detrás, o ponerme en el suelo en posición fetal y pasarme la respectiva polla del acosador por la nuca. Yo siempre estuve acojonado porque se atrevieran a mear. Por suerte nunca ocurrió. Poco a poco quello me fue encerrando en mi propio mundo. no tenía aquí a nadie a quien contarlo y la gente la tenía lejos (súmese a esto la evolución natural de una persona en ese
momento) y tampoco sabía bien como abordarlo con la profesora de E.F ni con ningún otro profesor.

No recuerdo qué ocurrió un día que una profesora echó la bronca a uno de estos chicos (los típicos que si no repiten en ese curso repiten el que viene y que de todas formas tienen brazos como 2 o 3 de los míos) y un grupo le dijimos que les había dicho lo que nosotros llevábamos pensando durante todo el curso. Acabé contándole todo lo que ocurrió.
Lo que más me sorprendió fue que sí, todos los que se quedaron conmigo hablándole a la profesora presenciaron todo, pero nadie me animó a contar nada, ni siquiera a comentarlo con ellos. Seguía siendo mucho más sencillo alejarse en los recreos, dejarme solo y correr cuando veían que me acercaba o no incluirme en ningún grupo en trabajos grupales.

Acabé contando todo esto creo que fue a la jefa de estudios y la única consecuencia fue dejarlos sin una semana deportiva que había a final de curso (wow).

Aquel verano lo pasé tranquilo pero justo uno de los días nada más despertar vi un grupo de WhatsApp en el que además de estos había un huevo de números, desconocidos por cierto, llamado "Salva es un hijo de puta" en el que me habían metido. Pasivo e inocente de mí me salí y lo borré sin más. Si me hubiera pillado ahora hubiera podido denunciar con una captura de pantalla pero en aquel momento solo quise que me dejaran en paz aunque fui consecuente de lo que eso me aportaba y de algo de lo que no había sido consciente hasta el momento: tenía presencia en Internet. usaba bastante Twitter y aquello podía ser un arma de doble filo ya que podía fomentar el cyberbullying. Creo recordar que tuve con candadito la cuenta un par de años y no quiero saber qué hubiera pasado de no ser así.
En este año mi mayor miedo por las mañanas, empezando por no tener ganas de ir a clase, era el "qué me harán hoy".

A partir de 3º, el vacío fue aún más grande. Me sentía cada vez más apartado del grupo, sentía que se alejaban más de mí y además tenía también a los que castigaron el año anterior clamando venganza. Si bien es cierto que estaban suavitos quedaba resquemor y cada vez que podían me lo recordaban"oye, fuiste un cabrón y nos dejaste sin olimpiadas" y frases similares. No recuerdo nada destacable aunque sí recuerdo una reunión en el despacho de la directora a saber por qué. A esto se le añadió un personaje, que no tenía otro nombre más que personaje, homófobo, xenófobo y todos los ófobos que podamos añadirle ¿Ciegófobo? Porque sí, también lo era. Vamos, el típico cuñao llevado a su máxima expresión hecho persona. Durante todo el curso se dedicó a estar conmigo pero a la vez huir algunas ocasiones y demás. No recuerdo mucho más de 3º que el vacío, a este personaje y la... sed de venganza de los del año anterior.

En 4º en principio la cosa pintó bien, ya que me junté con un grupo de chicos con los que me empecé a llevar muy bien ya que más o menos compartíamos gustos y demás. Pero era solo aparente: cuando pensaba que todo iba bien lentamente veía como se alejaban y otra vez. Hubo un viaje de fin de curso (unos días en Madrid y otros en Barcelona).
Viendo la longitud fui al más corto, por ir, por tener la experiencia, y fui al de Madrid que eran solo 2 días, una noche. Sorprendentemente este grupo se portó muy bien conmigo durante el viaje pero se mantuvo distante lo que quedó de curso.
De este curso sí me gustaría contar otro episodio de cyberchantaje:
ese curso coincidió que implementaron ipads en algunos cursos (no el mío). El primer día, para configurarlos, había un wifi abierto al que me conecté y puse algo en Twitter. Al rato, un chaval que durante mi infancia fue mi mejor amigo estuvo toqueteando mi PC. Lo dije a la tutora de manera que él se llevó una bronca. Más tarde me amenazó por WhatsApp con que tenía capturas de pantalla de eso y que no lo volviera hacer porque sino aunque borrara los tweets el director iba asaber que él tenía más motivo del que quejarse que yo.
Por cierto: en la graduación tuvieron que llevarme mis padres con el grupo con el que estuve con el que estuve durante parte de esa noche de milagro tartando de que no me rehuyeran.

En 1º de Bachiller ya fue el vacío máximo: me ignoraban completamente me vieran donde me vieran, me hablaban lo justo, no contaban conmigo para ningún trabajo en grupo ni realmente para nada (ni cenas de grupo). Recuerdo una excursión en la que casi me perdí porque el chico con el que iba se iba alejando de mí. Fueron 3 paradas: una en la real academia valenciana, donde fui con él; otra en el centro de Valencia, donde fui con él porque una profesora viendo que preguntaba por él me llevó hasta él y la tercera fue la comida en un centro comercial.
Aunque había quedado con él en que comería con él y su grupo, tuvieron que llevarme hasta ellos. El resoplido y el "joder" al unísono que oí cuando fuia  sentarme en esa mesa fueron el detonante para cambiarme, definitivamente.
El cyberbullying también estuvo presente: en ocasiones aleatorias, había gente que se repasaba mis últimos tweets para venir a buscarme con ellos o sin más los comentaban tratando de picarme. Ya no digo nada cuando se supo mi blog y mi post sobre esto fue rulando por todo el colegio.

En mi nuevo colegio durante estos 9 meses por parte tanto del profesorado como del equipo de orientación recibí una atención insuperable desde el 1º momento. He estado integrado con todo el grupo desde el principio. En todo momento me sentí uno más: trabajos en grupo, alguna quedada y el viaje de fin de curso. Supongo que es una muestra de cómo debería haber sido nuestra adolescencia todos los que hemos pasado por esto.

El problema ya no es tanto lo que te ocurra y cómo, en mayor o menor medida puedas solucionarlo; sino como te va forjando esto una
personalidad: más fría, más desconfiada, más callada y cómo te va marginando tanto la situación que sufres como tu forma de aislarte de ella hasta el punto en el que eres un mueble más de la clase, no un compañero. Es muy cruel que niños deban sufrir eso y que no se encuentren en una zona de confort idónea que les ayude a contarlo.
Queráis que no, quienes hemos sufrido esto por períodos de qué se yo, ¿más de 2 años, más de 3? cambiamos, no somos los mismos. Yo, igual que Jose, perdí mi adolescencia.

Disculpad la parrafada. Aún con ella, estoy seguro de haberme dejado cosas. Y ánimo a todos aquellos que querais contarlo. Es el primer paso y la primera vez que lo haces te sientes desahogado (experiencia). La putada de esto es que necesitas que una serie de cosas funcionen: tener gente cercana en la que puedas confiar y tener un profesorado que no lo vea como gilipolleces sino que quiera integrarse. Ojalá esto con todas las plataformas contra el bullying y tal vaya mejorando progresivamente. Porque no, en mi caso el profesorado, salvo la profesora de 2º, no ayudó una mierda.

Ahora: ¿consecuencias futuras? En mi caso, y Yaque que está en esta lista y creo que es de todos sus miembros quien más me conoce puede certificarlo, tengo como un tick, no sé como llamarlo, que me hace sentirme observado, perseguido y juzgado allá donde vaya. Es como si esperara que de la nada todos aquellos compañeros que dejé atrás sintiera que aparecerán. que por desgracia sí lo hacen y sin saludar.

Ah, otra cosa, y ya paro: callar no es la solución. Relegarlo a un rincón recóndito tampoco. Al final sale la mierda y es mucho peor para tí. Cuéntalo, nada más puedas, nada más te sientas segur en . Pero cuéntalo. Callarlo no te hace olvidarlo, solo vivir con la espinita.

Un saludo

El 12/6/17, José Manuel Delicado Alcolea <jmdaweb en gmail.com> escribió:
> Hola a todos, queridos miembros de educación inclusiva.
> Antes de nada, os aviso: en el asunto pone personas ciegas, no 
> personas con discapacidad. En este sentido, de otras discapacidades no 
> entiendo, y de otras historias tampoco, sólo de la mía.
> Hoy me gustaría tocar un tema que influye directamente en la calidad 
> de nuestra educación: el acoso escolar. Es un tema bastante espinoso 
> del que nadie se atreve a hablar, bien sea por miedo, por vergüenza o 
> porque ha tenido la suerte de no vivirlo. Sin embargo, ahora se está 
> poniendo de moda con todo esto de los protocolos, las medidas que no 
> funcionan, los suicidios que han provocado que se haga todo lo 
> anterior, etc. Porque sí, tenemos que llegar a hablar de suicidios y 
> palizas grabadas y subidas a las redes para que se empiecen a tomar medidas contra el acoso.
> El acoso escolar es más frecuente de lo que parece, y más en nuestro 
> colectivo. Con frecuencia, con mucha frecuencia, se confunde con 
> "cosas de críos" o "bromas".
> Escribo este hilo porque me gustaría que compartiéseis vuestra 
> experiencia, si la tenéis. Hacedlo sin miedo, contarlo es el primer 
> paso. Me gustaría también que diéseis vuestra opinión al respecto, 
> tanto si habéis sufrido acoso como si no. Por supuesto, las soluciones 
> a los problemas también son bienvenidas. ¿Os ayudaron? ¿Conseguísteis resolverlo por vosotros mismos?
> ¿Habéis tenido una infancia normal y corriente y pensáis que estoy 
> loco y este hilo no tiene sentido?
> Como quiero predicar con el ejemplo, os voy a contar mi historia.
>
> Mi época oscura comenzó a finales del 99, teniendo yo 8 años, y 8 años duró.
> Mis padres me habían cambiado a un colegio concertado, donde la 
> calidad de la educación era más alta y había disciplina y orden, cosas 
> que faltaban en el público donde había comenzado a hacer primaria. He 
> de decir que aunque con los años ha ido descendiendo, la calidad 
> educativa fue buena. Sin embargo, la relación con los compañeros no tanto.
> Durante los primeros 3 años la cosa no fue mal. Tenía amigos con los 
> que me llevaba bien, compañeros con los que no, y podría decirse que 
> disfrutaba de la infancia como la mayoría. Tenía mis peleas, eso sí, y 
> un carácter peculiar que me trajo más de un disgusto. Sin embargo, 
> todo se torció al llegar a 6º de primaria.
> Ya en 5º tenía disputas con bastantes de mis compañeros, y me metí en 
> una espiral descendente que culminó con la llegada de un par de 
> repetidores en 6º. Los repetidores, si llegaban tan pronto, estaban 
> muy mal vistos. Ser repetidor en aquella época significaba que, aparte 
> de sacar malas notas, eres conflictivo. Y efectivamente, estos lo 
> eran. Sin embargo, y a pesar de que me daban miedo, dejé a un lado 
> esos prejuicios e intenté relacionarme con ellos. Por supuesto, la 
> cosa no fue nada bien. Primero comenzaron siendo pequeñas burlas. Me 
> daban collejas, leves tirones del pelo, o simplemente me tocaban sin 
> mi consentimiento los brazos o la cara, para después retirar la mano 
> rápidamente y reírse. Como imaginaréis, cuando yo iba a responder ya 
> no estaban allí. El resto de mis compañeros, al ver lo divertido que era, se fueron sumando con el paso de los días.
> Pensad en la sensación. Es humillante, ¿no? A mí me resultaba así. Se 
> aprovechaban de mi discapacidad visual, no estábamos en igualdad de 
> condiciones. Eso hacía que me cabreara y me defendiera de una forma un 
> tanto agresiva, lo que llamaba la atención de los profesores. Según 
> decían, la culpa era mía. Por lo visto yo era muy agresivo, y ellos 
> sólo "me gastaban bromas" a las que "no me acostumbraba". ¿Cuándo 
> dejan de ser bromas para convertirse en acoso?
> La respuesta a esta pregunta no tardó mucho en llegar, ese mismo año. 
> Una mañana, salí al recreo con un amigo con el que hablaba 
> frecuentemente. Me
> dijo: "Jose, te tengo que llevar a un sitio, y lo siento mucho, porque 
> si no te llevo voy a cobrar yo". Me llevó a una zona apartada del 
> patio, donde comenzaron a lloverme patadas y collejas por todos lados. 
> No eran dañinas físicamente, pero por suerte los profesores 
> intervinieron esta vez a mi favor, aunque quedó como un hecho aislado.
> Los días pasaban, y los problemas seguían. Tirones de pelo, la mochila 
> me desaparecía misteriosamente, y yo me iba volviendo cada vez más 
> agresivo, tras pedir ayuda una y otra vez mientras los profesores me 
> ignoraban. Pero bueno, cuando llegué a 1º de la ESO, dejaron de hacerlo! Menos mal, ¿no?
> Pues no.
> Un buen día, tras una multitudinaria pelea, una de las profesoras me 
> dijo que por cada lío en el que me metiera suspendería un examen. Lió 
> a mis padres para que firmaran unos papeles que lo autorizaban, 
> haciéndoles creer que eso era bueno para mí. Y claro, a estas alturas 
> sería normal
> preguntarse: ¿qué hacías todavía en el concertado? Pues nada, que 
> seguramente el mundo público sería peor, que cómo me iban a sacar de ahí.
> La medida no se hizo esperar: poco tiempo después saqué un 9 en un 
> examen de lengua, que se convirtió por arte de magia en un 4. Mis 
> compañeros, por su parte, habían decidido innovar: ahora me golpeaban 
> la cabeza contra la pared más cercana (cuando estaba cerca de una), me 
> pintaban las manos con bolígrafos y lápices, y me pinchaban con 
> portaminas, de esos ultrafinos. La sensación es muy parecida a la de 
> la aguja de un análisis de sangre. ¿Y qué hacía yo? Poner buena cara, 
> sonreír siempre y... aceptar los hechos como normales. Exactamente lo 
> que jamás se debe hacer. Con los años, mi nivel de expresión oral fue 
> descendiendo (y los que me hayáis conocido en aquella época lo sabréis o ataréis cabos), pero mis notas se mantenían altas.
> Supongo que por eso nunca saltaron las alarmas.
> Allá por 3º de la ESO, los profesores intentaron remediar la situación 
> a su
> manera: "Si os metéis con él, os pongo un parte". Consecuencias: "Mira 
> Jose, pasamos de ti, que nos van a poner un parte".
> En 4º de la ESO terminó el acoso, mis compañeros estaban madurando por fin.
> Como yo me había quedado hecho un desastre, al acoso le siguió el 
> vacío. Me daba exactamente igual estar rodeado de compañeros, estaba siempre solo.
> La historia tiene final feliz, y lagunas; cientos de miles de lagunas. 
> De aquellos años recuerdo poco, dicen que el cerebro tiene mecanismos 
> de defensa que se encargan de eso. Tuve más problemas, más heridas y 
> más exámenes suspensos a la fuerza. Cuando acabé la secundaria en el 
> 2007 fui a hacer bachillerato a un instituto público, donde me 
> convertí en uno más de la clase, y uno más de un numeroso grupo de 
> amigos. Desde entonces no he vuelto a tener problemas, y cada vez que 
> los he visto acercarse los he resuelto de la forma más pacífica y diplomática posible.
> Y esto, amigos, es a grandes rasgos un resumen de algo que jamás 
> debería volver a repetirse en ningún colegio o instituto, con ningún 
> ciego o vidente. Lo he pasado fatal mientras abría el baúl de los 
> recuerdos para contaros esta historia, porque no es plato de buen gusto. ¿Y secuelas?
> ¿Quedan secuelas? Físicas, por suerte, no. Psicológicas... sí, pero no 
> me meteré a contar cuáles. Hace ya 10 años que acabó aquello y no creo 
> que tengan cura. Simplemente os diré que a veces aún tengo pesadillas.
> En la tele nunca vemos este tipo de acoso, al que he decidido llamar 
> acoso por desgaste. Sólo vemos los extremos.
>
> Ahora es vuestro turno. Os toca hablar, y me gustaría que lo hagáis 
> igual que lo he hecho yo.
> Un saludo.


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SALVA DOMÉNECH MIGUEL
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